Los barrabravas no bailan solos.
La serenidad del último miércoles en las cercanías del Congreso se debió a que los verdaderos instigadores de la violencia pasada habían sido expuestos por Patricia Bullrich.
Fueron varios intendentes peronistas del áspero conurbano bonaerense los que movilizaron en la sombra a los autores del salvajismo.
“Los barrabravas, los delincuentes y hasta empleados municipales fueron financiados por el PJ de la provincia para destruir todo lo que tuvieron a mano”, avanzó un alto funcionario oficial.
La violencia de aquel miércoles de hace diez días fue “una decisión política del PJ”, abundó.
Conspiración puede haber (¿no la hubo, acaso, contra Fernando de la Rúa?), pero esos caudillejos detestan que sus conjuras conozcan la luz pública.
Murciégalos de la política cuando se trata de complotar; palomas pacíficas y sonrientes cuando inauguran y reinauguran obras en sus municipios.
Bullrich denunció a dos intendentes (Federico Otermin, de Lomas de Zamora, y Fernando Espinoza, de La Matanza) y a Leandro Capriotti, un dirigente del club Chacarita y amigo del infaltable sindicalista Luis Barrionuevo, como autores intelectuales y financieros de los desmanes del miércoles 12 de marzo.
“Hubo más intendentes avivando el fuego de ese día”, dicen los funcionarios que saben.
Otermin, Espinoza y Capriotti desmintieron a Bullrich, pero lo cierto es que la pacificación prevaleció el miércoles siguiente.
¿Casualidad? ¿Negociaciones secretas de los ministerios de Seguridad nacional y porteño con los autores intelectuales (para llamarlos de algún modo)? Puede ser.
“Todos hablaron con todos”, aseguró otro funcionario..